Viajes en grupo a
BOLIVIA

En Bolivia si a alguien se le cae un martillo en el dedo gordo del pie lo más que vais a escuchar será “‘¡ay! qué dolor”. Los bolivianos tienen muy a gala su buena educación con las palabras así que, si os topáis con alguna familia pasando el domingo tranquilamente en el parque -lo más habitual-, o subís al autobús cargados con las mochilas, acordaos de saludar, dar las gracias, y decir adiós, siempre. Las palabras mal sonantes, incluso el más inocente de nuestros “tacos”, mejor dejarlos en el cajón.

Si sus habitantes, mayoritariamente mestizos e indígenas aimaras, quechuas y guaraníes, son discretos y sencillos, por el contrario, el país es una auténtica bomba de lugares y parajes que visitar. Poco explotado aún por el turismo, este rincón andino de climas extremos, es el lugar perfecto para un viaje diferente. Desde pasearse por el Salar de Uyuni, el mayor desierto de sal del mundo – dónde ver salir el sol, rodeados de cactus del tamaño de una persona, es una de esas experiencias que te cambian por dentro- hasta disfrutar de los carnavales de Oruro, declarados Patrimonio Intangible de la Humanidad por la Unesco. Todo en Bolivia, es un gran viaje alternativo.

Si navegar por el Lago Titicaca a 3.900 metros de altitud mientras mascas hoja de coca para combatir el mal de altura, visitar la ciudad preincaica de Tiahuanaco, o disfrutar de los miles de flamencos de la Laguna Colorada -literalmente de color rojo- no os parece suficiente aventura, os aseguramos que montarse en los autobuses que recorren las estrechos caminos de las colinas y montañas bolivianas, lo será. Unos “caminitos” dignos de Indiana Jones, advertidos estáis.

Y por supuesto, para una buena aventura hay que alimentarse bien. A los bolivianos les gusta comer…mucho. El día puede comenzar fácilmente con un plato de Fricasé, típico guiso de cerdo con cebolla y ají, a las 07.30 de la mañana, y terminará con algo igual de contundente seguro.

Bolivia, es mucha Bolivia. ¿Vamos para allá?

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