En busca de las ruinas perdidas de Choquequirao

Siempre que nos es posible, tratamos de salirnos de las rutas convencionales para experimentar viajes alternativos, poder perdernos y disfrutar del entorno de una manera más auténtica, como hicimos en el camino a las ruinas de Choquequirao. En muchos lugares podemos leer o escuchar a quien las compara, por extensión e importancia, con el mismo Machu Picchu…

Llegamos por la tarde a Cachora, una población poco habitada y situada en el fondo de un valle, desde cuya plaza divisamos inmediatamente el  omnipresente Salcantay, una impresionante montaña nevada de 6.300 m.

En Cachora, nos sorprendió alguno de los códigos utilizados en las humildes casas donde proporcionan comida a las posibles visitas hambrientas… Para saber si aún podíamos encontrar algo para cenar,  debíamos fijarnos en las luces de las viviendas. Si aún hay luz en la casa, podemos esperar llenar nuestro estómago. Si, por el contrario, las luces están apagadas, más nos vale seguir buscando y apresurarnos para no quedarnos sin cena.

La aventura que teníamos preparada esta vez era hacer un trekking hasta las ruinas de Choquequirao así que, a la mañana siguiente, nos levantamos tempranito para alquilar una tienda de campaña (carpa, en varios países de América Latina) y nos proveímos de víveres para el camino, dejando todo lo prescindible en el hostal, donde habríamos de volver.

Una caminata de nivel

La caminata nos pareció bastante dura… Comenzó muy bien, con un ligero descenso al inicio que se iba acentuando conforme caminábamos, hasta que la intensidad de la bajada nos hacía desear su fin que no parecía llegar nunca. Pero, cuando dejas de bajar, comienza lo peor… Hay que afrontar un desnivel de 1.500 m de subida igual de intenso que la anterior bajada.

En nuestro viaje por Perú la llegada a Choquequirao nos pareció épica. Después de todo el esfuerzo que hicimos en la ruta, nos sentíamos como pequeños exploradores que descubrían, tras una niebla espesa, unas ruinas desconocidas por el resto de la humanidad en medio de la selva. El maravilloso enclave, hizo que mereciese la pena el esfuerzo del camino. Cuando nos repusimos del cansancio, nos llamaron la atención las pequeñas llamas dibujadas con lajas blancas entre las piedras de los muros que rodeaban las terrazas de cultivo…

Hace algunos años el río se llevo el único puente que unía Choquequirao y Cachora, por lo que los arrieros que vienen del pueblo, traen sus mercancías hasta el río donde se ayudan de un cable al que va enganchado un canasto donde colocan su carga para que la recojan sus paisanos desde el otro lado del río. El negocio de los arrieros se ha curtido con el desplome del puente, por lo que no les interesa que vuelva a construirse y hacen todo lo posible para que esto no ocurra, manteniendo así semiaisladas a las poblaciones.