Tano Boase, las pequeñas historias de Ghana
Esta escapada a Tano Boase fue mi primera incursión en solitario por la Ghana rural. Sin duda un destino imprescindible para un viaje diferente en grupo o en solitario, os cuento porque. Recién llegada a Sunyani, la sencilla capital de la región Brong Ahafo, el primer fin de semana que tuve libre busqué en la guía un lugar no muy lejano que me pareciera suficientemente tranquilo, y la posibilidad de visitar un lugar natural que fuera considerado como sagrado me sedujo. Luego entendí que lo son casi todos. Me acerqué a la “Tro-tro station” (o estación de furgonetas y taxis) donde siempre se encuentra un vehículo que va donde quieres ir y en un par de horas llegaba a la aldea de Tano Boase…
Un bosque sagrado, en Ghana, es un lugar que ha sido habitado por los pueblos antiguos y donde se cree que aún habitan sus ancestros, espíritus y dioses. Encontramos muchas áreas sagradas en el país, a ellas se acercan las personas de la comunidad para consultar con los espíritus, participar en ceremonias en su honor o, incluso, para tratar de corregir problemas detectados en la comunidad. Normalmente se trata de areas de gran bellleza natural puesto que su condición de sagrado les ha protegido de introducir actividades como la agricultura, caza, pesca o tala de árboles para recolectar madera.
El bosque sagrado de Tano es en realidad una arboleda no muy extensa que guarda, además de espectaculates árboles que parecen poder tocar el cielo con sus hojas, una gran gruta desde la que, supuestamente, emergieron los primeros habitantes del pueblo Akan. Las paredes y techos ennegrecidos de la cueva, así como algunas marcas en las rocas adyacentes, parecen probar que allí vivieron estos primeros pobladores.
Es fácil imaginar las batallas que cuentan que tuvieron lugar en la zona. Batallas durante las cuales el pueblo Bono se defendía de la expansión del gran Imperio Ashante, que demoró en hacerse con este territorio, por la dificultad que tenían en alcanzar su posición, encima del cortado y con difíciles y vigilados accesos a través de las pequeñas aperturas entre las rocas…
No sé cuántas de las historias que cuentan ocurrieron realmente. Cuánto hay de cierto y cuánto han añadido para hacerlo más interesante a oídos del visitante. Pero no importa mucho. Fue justo ahí, en el patio trasero de la casa de aquella familia que me alojó en Tano Boase, cuando Ghana se me metió en el alma…
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