Viajar en Ramadán, una experiencia de turismo responsable

Acaba de empezar el Ramadán, el mes más importante para 1.500 millones de musulmanes en todo el mundo. Si estás pensando en visitar un país de mayoría islámica coincidiendo con esta celebración, ¡no tengas ningún miedo! Viajar en Ramadán es todo una experiencia, te proponemos uno de nuestro viajes alternativos en grupo para vivirlo.

puede ocasionar complicaciones puntuales, pero es una oportunidad inigualable para acercarse a la cultura local y vivir una experiencia única de turismo responsable.

Todos conocemos el Ramadán por ser la época en la que los musulmanes ayunan durante todo el día, desde el alba hasta la puesta de sol. Salvo algunas excepciones donde hay riesgos para la salud, el ayuno supone no comer ni beber nada, ni siquiera agua, durante las horas de luz. Este sacrificio se hace todavía más duro en años como este, cuando la festividad coincide con la época de más calor. Y es que el Ramadán es el noveno mes del calendario lunar islámico y, por tanto, no se celebra siempre en las mismas fechas de nuestro calendario occidental, sino que cambia todos los años y puede caer en cualquiera de las cuatro estaciones.

Cuestiones prácticas en los viajes durante el Ramadán

Algunos de los destinos turísticos más demandados en el mundo son países islámicos (Marruecos, Túnez, Egipto, Turquía, Jordania, Malasia, Maldivas, Indonesia…), donde el ritmo de vida y las costumbres locales cambian profundamente durante el Ramadán.

Muchos comercios modifican sus horarios para abrir más tarde, e incluso los bancos, las estaciones de tren o autobús, los museos o algunas atracciones turísticas pueden reducir sus horas de apertura. Aunque conviene informarse sobre estos cambios al organizar nuestra ruta, en general no encontraremos grandes impedimentos. Al contrario: el Ramadán es ideal para disfrutar de nuestro viaje con mayor tranquilidad y menos aglomeraciones.

Encontrar restaurantes abiertos es una de las mayores preocupaciones para los viajeros durante el Ramadán. En las grandes ciudades, y sobre todo en las áreas turísticas, muchos locales continúan sirviendo comida durante todo el día. Es en las zonas rurales y en los barrios más conservadores donde puede ser difícil encontrar negocios abiertos, por lo que en estos lugares es importante contar con provisiones si no queremos sumarnos al ayuno. Conviene, sin embargo, ser discretos a la hora de comer y beber, y hacerlo en privado siempre que sea posible. De esta forma, mostramos nuestro respecto por las tradiciones musulmanas y evitamos llamar la atención.

Ramadán, mucho más que ayuno

Para quienes no practicamos la religión islámica, podría parecer que el Ramadán es un mes de sufrimiento. Sin embargo, para los musulmanes es un motivo de alegría, que se contagia fácilmente entre los viajeros. En muchas ciudades se decoran las calles, la gente coloca luces de colores en sus ventanas, e incluso se lanzan fuegos artificiales. Familias y amigos se reúnen al caer la noche para comer juntos y celebrar que han sido capaces de superar la prueba un día más.

Porque ayunar es mucho más que dejar de comer durante unas horas; significa explorar nuestros propios límites, demostrarnos que podemos abandonar los placeres más terrenales -tampoco está permitido fumar o mantener relaciones sexuales durante el día- y empatizar con los millones de personas que pasan hambre en el mundo. Durante todo el mes, los musulmanes se obligan a ser más solidarios y compartir sus bienes con los más desfavorecidos. Mediante el ayuno, se purifican para acercarse más a Dios, pero también reflexionan sobre sí mismos y sobre cómo pueden ser mejores personas, a través de valores como la paciencia y la generosidad. Por eso, independientemente de la afiliación religiosa, ¡cualquiera puede intentarlo!