Varanasi, cuándo acercarse a conocerla
Varanasi es una oda a la intensidad, un lugar incapaz de dejar indiferente al visitante. Se trata de una ciudad tomada por colores, olores, ruidos y otros estímulos tan genuinos que se encargan de recordar constantemente al viajero dónde se encuentra.
¿A qué se debe la intensidad de Varanasi?
Varanasi parece haber sido creada a base de elementos extremos. Y más aún durante la época del Monzón, cuando sus callejas intrincadas y estrechas parecen querer intimidar al Sol quien, por más que lo intenta, no consigue introducir sus brazos en ellas y las somete a una penumbra constante, haciéndoles adquirir un halo de tenso misterio que a veces incomoda a quien pasea por ellas. Esto, junto con el inolvidable y penetrante olor que acompaña inclemente al paseante, las fuertes lluvias procedentes del Monzón y las altísimas temperaturas hacen de caminar un osado atrevimiento.
¿En qué momento esa intensidad se convierte en una experiencia sensorial extremadamente placentera?
Si procuramos un viaje a India fuera de la época gobernada por los monzones, sin embargo, encontramos un Varanasi más soleado, menos lúgubre. Además, durante el tiempo que dura esta tregua de la meteorología, el caudal del río disminuye, permitiendo el acceso directo a las escalinatas situadas en los márgenes (gaths) sin la obligación de perdernos en ese laberinto de entresijadas calles a cada momento, pudiendo hacerlo sólo si así lo deseamos. También las embarcaciones que suben y bajan el Ganges pueden hacerlo con mayor seguridad y frecuencia, lo que nos facilita acceder a este servicio y disfrutar de la visión serena de las orillas que nos ofrecen estas barcas.
Una experiencia visual de Varanasi
Varanasi es, para la población local, un lugar de tránsito entre la vida y la muerte
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