Slow Travel: viajes alternativos para olvidarse del reloj
Seguro que te ha ocurrido alguna vez. Te marchas de viaje para huir del estrés y, en lugar de descansar, vuelves a casa aún más agotado, sintiendo que necesitas otras vacaciones. ¿Quieres probar viajes alternativos? Deja el reloj en casa y experimenta un viaje alternativo, donde no existan las prisas. ¡Disfruta del Slow Travel!
El movimiento Slow (“despacio”, en inglés) surgió en los años ochenta como reacción a un estilo de vida trepidante y, en concreto, como oposición al auge de la comida rápida. Su objetivo es recuperar los pequeños placeres de la vida –un guiso a fuego lento, un paseo sin rumbo, un libro de segunda mano- en lugar de seguir corriendo de un lado para otro, intentando hacerlo todo en el menor tiempo posible.
Esa filosofía se ha trasladado al mundo de los viajes, con el nombre de Slow Travel, como una alternativa a ese turismo que se contagia del ritmo acelerado de la vida cotidiana e impone jornadas maratonianas para visitar todos los monumentos, rutas rigurosamente planificadas y horarios que cumplir. Frente a todo eso, el viajero slow se toma el tiempo necesario para conocer el destino y experimentar la cultura local; prefiere explorar una ciudad que visitar cuatro.
Los fundamentos del Slow Travel
Viajar lento significa, para empezar, no tener ninguna prisa. Y para ello, es fundamental elegir un destino acorde al número de días que tenemos y definir unos objetivos que no sean demasiado estrictos. Podemos planificar, siempre y cuando dejemos un amplio margen para la improvisación.
En cuanto al alojamiento, el Slow Travel se opone a los grandes complejos hoteleros que aíslan al turista, reteniéndolo en lujosas piscinas con “todo incluido”. ¿Cuánta gente ha vuelto de la Riviera Maya sin haber aprendido nada de México? El viajero slow prefiere un hostal o una casa rural, con desayuno casero y dueños locales que tengan tiempo para charlar sobre su cultura, sus costumbres, su gastronomía… Y prefiere también, por supuesto, probar los platos autóctonos en lugar de ir a un McDonald’s.
Por otra parte, si realmente queremos escapar del estrés cotidiano, necesitamos dejar de ser esclavos de la tecnología. No pasa nada por entrar en hoteles o restaurantes en los que no haya wifi y pasar unos días sin presumir de selfies en las redes sociales. ¡Nuestros amigos pueden esperar!
Viajes lentos y responsables
El Slow Travel, lógicamente, también tiene mucho que ver con la forma de moverse de un lugar a otro. Dentro de las ciudades, la mejor opción siempre es caminar; dejar la guía en casa y callejear sin miedo a perdernos, parando cuando nos apetezca y preguntando a los locales por los sitios más interesantes. También podemos alquilar una bicicleta para explorar un entorno natural. Y para distancias más largas, es preferible usar el transporte público en vez de un coche privado. Así podremos admirar mejor el paisaje y hacer un turismo más responsable.
El viaje es tan importante como el destino, así que no dudes en hacer una parada en cualquier pueblo agradable que encuentres en tu ruta. Y si el tren o el autobús que esperas se retrasan, ¡aprovecha la oportunidad y disfruta tranquilamente de un buen café!