Cuando aterricé en Perú, de manera inconsciente, llevaba encima algo de todos esos miedos que, de alguna manera, me trataba de inculcar mucha gente que,  sin conocer el país, se sentían con la libertad de opinar sobre él al enterarse de mis intenciones de viaje de aventura.
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Ollantaytambo es un interesante poblado inca además de un increíble sitio arqueológico en pleno Valle Sagrado a poco más de una hora de Cusco. Uno de esos sitios de visita obligada en cualquier viaje alternativo y que normalmente pasa desapercibido en las guías.
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Si estáis planeando un viaje con mochila al Perú, visitando la zona de Cuzco y dudáis de si incluir o no la visita al Salar de Maras, yo os diría que dejéis de dudar y lo añadáis al itinerario de uno de vuestros viajes de aventura.

El sorprendente camino que hay que recorrer para acceder a su remota ubicación, nos asegura la aventura. Desde Cusco, camino a Chincheros, descenderemos por un angosto camino empedrado, muy empinado, para atravesar después un altiplano sembrado de campos de trigo, maíz y quinoa (a la que ya han bautizado como el nuevo oro de los Andes, y no sólo por su valor, sino también por el negocio internacional que ha generado y que parece que está trayendo nuevas olas de desigualdad) hasta encontrarnos completamente escondidos entre las montañas del Valle Sagrado, enmedio de un paisaje de cuento.

Lo primero que nos sorprendió al llegar a Maras, además de la luz cegadora que reflejan las más de 3.000 terrazas donde seca la sal, el cambio de temperaturas que se produce entre el altiplano y las propias terrazas.

Pero la gran duda que nos asaltó al pisar el salar, fue cómo llegó hasta ese paraje toda esa cantidad de sal… Es difícil de imaginar que todo aquello, aunque fuera hace muchos millones de años, se encontrara completamente engullido por el mar. Al respecto parece ser que hay varias teorías. La que nos encantó fue la que dice que existe, en el interior de la montaña Qaqawiñay, un lago de agua de mar que quedó atrapado entre las rocas y que va filtrando su sal… A mí me fascinan estas historias… :)

También existe una hermosa leyenda inca que cuenta cómo el origen de la sal de Maras son las lágrimas de dolor del guerrero Ayar Cachi, uno de los hermanos fundadores del Gran Imperio Inca, por tener que renunciar a alcanzar la Ciudad de Qosco (hoy Cusco) debido a su muerte justo en el lugar donde hoy se encuentra el salar de Maras.

Las Salinas todavía son explotadas de manera artesanal, tal y como hacían los incas: las terrazas de sal se llenan de agua durante la epoca seca, que evapora después dejando sólo la sal solidificada. Si nos acercamos a las salinas fuera de la época de lluvias, un día entre semana, encontraremos con seguridad a los trabajadores de la sal, ocupando esas blancas y relucientes terrazas.

Para quienes nos preocupamos por realizar un Turismo Responsable, resulta interesante y motivador conocer el negocio de la sal en Maras. Las parcelas en las que se divide el salar no se pueden vender, únicamente se heredan. Esto, hoy día, es un gran garante (y casi el único) de que el negocio de la sal continúe en manos de la comunidad, quienes no tienen que dejar de consumir la sal que han usado desde sus ancestros y, además, son los/as beneficiarios/as directos/as de la exportación a varios lugares del mundo, ya que está considerada un gran producto gourmet. Cerca del salar, a 4.000 msnm, podemos encontrar una encantadora tienda donde probar y adquirir alguna muestra de la exquisita sal, con destellos rosas y lilas.

¿Cómo llegar hasta el Salar de Maras?

Para llegar hasta el salar de Maras hay que tomar el mismo ramal de la carretera que tomamos para ir a Moray, y negociar con alguno de los coches que encontremos allí para que nos acerquen a Maras (nosotros aprovechamos el mismo coche y coordinamos esta visita con la de Moray). Existe otra forma de llegar a las salinas de Maras que es por la carretera de Urubamba a Ollantaytambo. A pocos kilómetros de Urubamba encontramos un desvío hacia las salinas, pasando por unas haciendas donde podremos comer y, ya al otro lado del río Urubamba, comienza una subida de alrededor de media hora que nos lleva a las salinas. Ésta forma es más barata, pero tiene su coste… ¿Os imagináis cuál? Venga, os propongo un pequeño reto. Lanzad vuestras teorías… ;)

Si quieres viajar a Perú, puedes ver en este enlace nuestra planificación de viajes.

Siempre que nos es posible, tratamos de salirnos de las rutas convencionales para experimentar viajes alternativos, poder perdernos y disfrutar del entorno de una manera más auténtica, como hicimos en el camino a las ruinas de Choquequirao. En muchos lugares podemos leer o escuchar a quien las compara, por extensión e importancia, con el mismo Machu Picchu…

Llegamos por la tarde a Cachora, una población poco habitada y situada en el fondo de un valle, desde cuya plaza divisamos inmediatamente el  omnipresente Salcantay, una impresionante montaña nevada de 6.300 m.

En Cachora, nos sorprendió alguno de los códigos utilizados en las humildes casas donde proporcionan comida a las posibles visitas hambrientas… Para saber si aún podíamos encontrar algo para cenar,  debíamos fijarnos en las luces de las viviendas. Si aún hay luz en la casa, podemos esperar llenar nuestro estómago. Si, por el contrario, las luces están apagadas, más nos vale seguir buscando y apresurarnos para no quedarnos sin cena.

La aventura que teníamos preparada esta vez era hacer un trekking hasta las ruinas de Choquequirao así que, a la mañana siguiente, nos levantamos tempranito para alquilar una tienda de campaña (carpa, en varios países de América Latina) y nos proveímos de víveres para el camino, dejando todo lo prescindible en el hostal, donde habríamos de volver.

Una caminata de nivel

La caminata nos pareció bastante dura… Comenzó muy bien, con un ligero descenso al inicio que se iba acentuando conforme caminábamos, hasta que la intensidad de la bajada nos hacía desear su fin que no parecía llegar nunca. Pero, cuando dejas de bajar, comienza lo peor… Hay que afrontar un desnivel de 1.500 m de subida igual de intenso que la anterior bajada.

En nuestro viaje por Perú la llegada a Choquequirao nos pareció épica. Después de todo el esfuerzo que hicimos en la ruta, nos sentíamos como pequeños exploradores que descubrían, tras una niebla espesa, unas ruinas desconocidas por el resto de la humanidad en medio de la selva. El maravilloso enclave, hizo que mereciese la pena el esfuerzo del camino. Cuando nos repusimos del cansancio, nos llamaron la atención las pequeñas llamas dibujadas con lajas blancas entre las piedras de los muros que rodeaban las terrazas de cultivo…

Hace algunos años el río se llevo el único puente que unía Choquequirao y Cachora, por lo que los arrieros que vienen del pueblo, traen sus mercancías hasta el río donde se ayudan de un cable al que va enganchado un canasto donde colocan su carga para que la recojan sus paisanos desde el otro lado del río. El negocio de los arrieros se ha curtido con el desplome del puente, por lo que no les interesa que vuelva a construirse y hacen todo lo posible para que esto no ocurra, manteniendo así semiaisladas a las poblaciones.

Las Ruinas de Tipón, localizadas en las cercanías de Cusco, fueron uno de los yacimientos más interesantes que encontré en mi ruta por Perú. La combinación de colores que presentan, junto al enclave en el que se encuentran, hacen de este lugar un sitio mágico e indespensable en los viajes alternativos.

Casi tanto como las que se encuentran en Moray. En Moray encontramos los restos de un centro de investigación Inca para la agricultura, muy cerca de Cusco. Las terrazas de cultivo, dispuestas en círculos concéntricos a distintos niveles, poseían microclimas diferenciados en cada una de ellas, permitiendo así cultivar diferentes variedades de cultivos. (más…)

Es indudable que el pueblo Inca nos ha dejado un gran legado de conocimiento y sabiduría. Una de las disciplinas que más tiene que agradecerles es la agricultura. El pueblo Inca supo aprovechar al máximo la tierra para obtener de ella gran cantidad y variedad de fruta. De ahí la veneración a la Pachamama, la Madre Tierra. Un destino imprescidible para uno de tus viajes diferentes. (más…)

El Cañón del Colca es el segundo cañon más profundo del mundo, después del también peruano valle de Cotahuasi. Partiendo de “La ciudad blanca” de Arequipa, encontramos miles de opciones para llegar pero una única carretera. Se puede ir un día, o dos o tres , en tour o por libre. Nuestra opción fue, por supuesto, hacerlo por libre. ¿Alguien duda de que nos apasiona la aventura? Un destino imprescindible para tus viajes en grupo o en solitario. (más…)

Cusco es una de las ciudades más Mágicas de Peru, una mezcla de restos coloniales y ruinas incas que nos hablan de historia en cada una de las piedras que forman la ciudad.  Un destino imprescindible para los viajes en grupo o en solitario. (más…)